viernes, 19 de octubre de 2012

Las ideas claras y el chocolate espeso.

Hoy es unos de esos días en los que mataría por quedarme debajo de las sábanas escuchando alguna canción lenta intentando enfrentarme a mi mis miedos, sintiéndome protegida por el calor del edredón y la manta, ya que sus abrazos no están.
A veces me siento idiota por estar preocupándome por un gilipollas cuando hay gente muriéndose de hambre por el mundo, o con enfermedades terminales que siguen sonriendo. ¿Pero que queréis? Son sentimientos. Mucho daría por tener yo un mando tele-dirigido para poder controlarlos a mi antojo, pero por desgracia no existe, y no se inventará nunca.
Después de darle muchas vueltas a todos los problemas y reflexionar sobre temas sin sentidos, levantarme a por un chocolate caliente todavía cubierta por mi manta y ponerme a ver en la vieja televisión del cuarto de estar reforzado con madera un absurdo programa que hable sobre temas del corazón que a nadie le interesa pero todo el mundo ve, y sorbo a sorbo recordar como era cuando tú todavía estabas aquí. Cuando tus besos me hacían más felices que todos los juguetes del mundo a un niño pequeño, cuando tus brazos me envolvían, y me sentía más caliente y protegida que bajo la tutela de un ejercito militar capitaneado por tanques, cuando con unas simples palabras tranquilizadoras provenientes de tu grave voz eras capaz de calmarme por muy jodidas que estuviesen las cosas.
Pero ya no estás. Y nunca volverás.